miércoles, septiembre 16, 2009

El pastor distraído y la paz de los cementerios...

No voy a comenzar esta nota hablando de la dictadura militar argentina de los años setenta porque sino muchos no van a querer leerla. Voy a comenzar la historia algunos años después.
Ricardo Alfonsín, creo que fue EL presidente que nuestro país necesitaba para que retomáramos el camino de la democracia. No porque esté completamente de acuerdo con su postura política y su accionar sino porque (perdón si molesto a alguno) no había otro mejor en el firmamento político de nuestro país en ese momento.
A pesar de ser “el menos peor” hizo un excelente trabajo teniendo en cuenta las circunstancias y los desafíos enormes que enfrentó.
Pero había gente que no aceptaba su manera de dirigir y organizar, hubo gente que consideró que se podía hacer de otra manera y se lo hicieron saber. Con oposición política, oposición militar, movilización constante, desestabilización económica, desprestigio internacional.
El Pobre Alfonsín no pudo contrarrestar tanta agresión y se fue.
A partir de allí comienza una etapa nacional que se caracteriza por la estabilidad: política, social, económica y todo lo que quieran agregar.
Fue el reino del Gran Carlos Menem. ¿Quién no guarda un poquito de nostalgia de tan hermosos años? ¿Quién no aprovechó el “uno a uno” para comprarse algo que siempre deseó y nunca tuvo?¿Quién no viajó a Brasil, a Miami, a Europa, al sudeste asiático (por no decir a la Conchinchina)? Pero, como los finales no son siempre felices, un día el Gran Carlitos se fue y con él la paz y la prosperidad.
El Frente que lo remplazó se encontró en la imposibilidad de continuar lo hecho por su predecesor y en poco tiempo la gente perdió confianza, los bancos se sumaron a la duda generalizada y en pocos meses recaímos en la misma inestabilidad de los últimos meses de Alfonsín. De La Rúa y su frente se fueron despedazando y todo terminó en una fuga violenta dejando la casa vacía (vacía de autoridad y vacía de bienes).
Luego de algunas idas y venidas entre los visitantes a la Rosada, Néstor Kichner tomó el control de lo que quedaba del país para tratar de reponer orden y a pesar de algunos contratiempos lo logró. Y lo logró tan bien que algunos años después su esposa y compañera de militancia, Cristina Fernández, ganó las elecciones por un alto margen para suceder a su marido.
Hoy, todo indica que estamos en el momento en que la inestabilidad comienza de nuevo a ocupar un gran lugar en el país y que quizás nos lleve a recomenzar el ciclo, o sea, crear suficiente agitación para provocar la llegada de otro gran personaje de la política nacional que ponga orden, disciplina y prosperidad en el país.
Como soy profesor, para explicar ciertas cosas utilizo analogías y este ir y venir de la política argentina me hizo pensar a un pastor distraído con su rebaño de ovejas.
Cuando el pastor sale con su rebaño para llevarlo a pastar, generalmente en todos los buenos cuentos, está acompañado de algunos perros pastores porque sabe que solo no podrá controlar a todas las ovejas y además que el peligro de un ataque por los lobos estará latente.
No creo que este pastorcito esté tranquilo y relajado cuando lleva a sus ovejas al prado, es más bien una fuente de inquietud.
Por otro lado, no puede pensar en calmarse quedándose en la casa con las ovejas en el corral porque se le morirán de hambre.
Conclusión, la angustia, la preocupación y el estrés forman parte del trabajo del pastor.
Si los perros lo ayudan podrá volver a casa con todos los animales bien alimentados y sanos. Caso contrario...
Como en todo buen cuento, hay lobos acechando al rebaño y como en todo buen cuento los perros logran controlarlos y tenerlos a distancia.
También, como en todo buen cuento, un día, unos lobos que notaban jornada tras jornada la fidelidad y desvelo de los guardianes ovejeros, se hartaron de esperar el momento de atacar a las inocentes y sabrosas presas. Entonces, decidieron trampear al pastor distraído disfrazándose de perros, y lo fueron a visitar con la idea de montar un complot.
Cuando estuvieron frente a él, le dijeron en tono contundente que debía desconfiar de esos perros pastores que había contratado porque ellos los habían estado vigilando y habían visto cómo los perros pastores escondían ovejas, cómo pasaban horas durmiendo sin controlar, cómo se divertían entre ellos descuidando a las ovejas, que vagabundeaban de campo en campo sin dejar una custodia….
Todos nos imaginamos que estas cosas que ellos le advertían al distraído pastor, debían de ser infamias, porque parece ser que jornada tras jornada, cada oveja, con pastor distraído incluido, volvía a su corral.
Pero el pastor distraído -y por qué no también algo indolente- aunque al principio no prestó mucha atención a estas historias de los “lobos disfrazados de perros”, cuando ellos tanto insistieron repitiendo una y otras vez las aparentes maldades de sus ovejeros, poco a poco se fue dejando convencer, sin pensar en lo que en verdad estaba sucediendo cada día.
Fue ahí donde los “lobos disfrazados de perros” se propusieron con mucho más insistencia reemplazar a los verdaderos ovejeros en la custodia del rebaño. Alguien le advirtió al pastor que esos eran “lobos disfrazados de perros” pero estos repitieron una y otra vez que ellos no eran “lobos disfrazados de perros”. El pastor distraído, después de un corto tiempo de reflexión durante el cual los “lobos disfrazados de perros” no lo dejaron descansar repitiéndole las mismas mentiras, decidió echar a los propios y dar el cuidado de su rebaño a los nuevos.
Desde ese día no hay más ninguna queja, ni denuncia, ni desestabilización, ni perro para desprestigiar. Todo estaría muy tranquilo y hasta parecería hermoso si no fuera porque del rebaño ya casi no queda ninguna oveja.
Tal vez algún día el pastor distraído se dé cuenta de lo que le pasó justamente por eso, por estar distraído, y vuelva a llamar a sus verdaderos ovejeros…

Los pocos momentos de supuesta tranquilidad que conoció nuestro país fueron aquellos donde los “lobos disfrazados de perros” ocuparon el poder y se alimentaron a gusto vaciándolo completamente.
Cada vez que perros ovejeros ocuparon el puesto de guardianes, no solo que el rebaño creció rápidamente sino que los “lobos disfrazados de perros” lo atacaron de todos lados para quedarse con el botín.
En mi último artículo (el de Cobos…) decía que creía ver que el pastor (el pueblo argentino) sufre de senilidad precoz que se manifiesta por la pérdida de memoria a corto y mediano plazo. Si aún no logra diferenciar un verdadero perro ovejero de un “lobo disfrazado de perro”, y no puede recordar que ya le hicieron el mismo jueguito hace poco, no creo que el rebaño pueda prosperar…
Si no la entendieron, agarren el libro de historia reciente del país y pónganle nombre a los personajes del cuento.
En las próximas elecciones les tomo la lección.

2 comentarios:

  1. Guillermo, soy Miguel de Venado Tuerto (Pedro Remigio Magallanes) y honestamente lei tu nota sobre Cobos y me pone muy feliz la coincidencia que nos une. Coincido con tu mirada de la verguenza histórica que estamos viviendo. Las barbaridades del falso "progresismo", que no son mas que "socialistas de derecha"

    Un abrazo, che.

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  2. Mi blog de revista OJITO de Miguel Lerotich, (Pedro Remigio Magallanes es ojitovenado.blogspot.com.ar y mi mail personal es milerot@yahoo.com.ar

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