sábado, mayo 14, 2011

La "Seño" Cristina

Como muchos de ustedes saben muy bien, soy profesor de materias científicas. Creo que siempre fuí profesor de algo, siempre quise comprender el fondo de las cosas, hacerme una idea completa, MI PROPIA IDEA, de lo que observo para después poder ponerla en palabras.
A partir de esta pasión que es enseñar, cada situación que vivo representa una oportunidad de aprender algo y por supuesto de enseñar a alguien. Es por eso que me da mucho placer decir que más que un profesor quiero ser un educador, en parte porque profesor refiere a la escuela mientras que educador refiere a la vida.
Me gusta recordar que si alguien, ignorante (sin connotaciones peyorativas) en algún aspecto de la vida, me consulta o quiere intercambiar ideas con el objetivo de aprender y crecer, con muchísimo placer voy a dar lo mejor de mí. Ese tipo de gente me merece muchísimo respeto y sé que puedo aprender mucho de ellos.
Pero, si alguien ignorante insiste en seguir siendo ignorante, doy un paso al costado y lo dejo con su ignorancia. Lo escucho con mucha atención, le digo todo lo que quiere escuchar para alimentar su ignorancia y luego paso a otro tema. Ese tipo de persona lo único que busca es una oreja que le sirva para validar sus obtusos puntos de vista.
Como sé que hay muchas personas que no aprecian que les hagan ver su ignorancia debo adecuar mi discurso al interlocutor, “segun la cara del cliente”.
En ciertos casos me consideran un enemigo que lo único que pretende es degradar y entonces responden con agresión; en otros adoptan una actitud condescendiente, con una sonrisa burlona sin escuchar los argumentos y hasta te miran fijo pero sin verte...
Es por eso que cuando debo trabajar como educador, antes de hacer mi trabajo me pongo un “impermeable invisible” que me proteje contra todo tipo de consideración, que ella sea positiva o negativa. Tanto contra los insultos fáciles como los halagos de compromiso. Todos mis alumnos saben que no hago ese trabajo para “ganar un concurso de popularidad”.
La ventaja de ese atuendo es no solo la protección que me brinda frente al humor de mis interlocutores sino tambien < y fundamentalmente > es el mensaje que le manda a ese interlocutor... es algo así como : “escuchame si querés, lo hago por vos, porque lo que es yo, no necesito de tu atención” o bien “hacé lo que quieras, yo ya sé cómo funciona esto, el que tiene que aprender sos vos”.
De esa manera me ubico “más allá del bien y del mal”, como en un nivel superior, sin espectativas particulares y haciédole sentir que el único que tiene algo para ganar o perder es el otro.
Por mi parte, el ubicarme allí me da una libertad de acción y un ligereza de sentimentos que me permite hacer mi trabajo con total objetividad. Siento realmente que lo que hago, lo hago por mi interlocutor y nada por mí (AUNQUE HACERLO SEA LA ESENCIA MISMA DE MI PLACER DE EDUCADOR).
Ya sé que puede parecer sobrador y hasta desagradable si uno exagera la actitud, por eso es que hay toda una técnica que debe ser puesta a punto para que el interlocutor, en lugar de cerrarse, sienta que tiene algo para ganar si me escucha y además, que ninguno de sus argumentos podrá llevarme a sus contradicciones y angustias.
Aunque les parezca mentira fue en todo esto que pensé cuando escuché y leí el discurso de Cristina Fernandez en José C. Paz.
Nuestra ciudadanía (¡todas las ciudadanías!) necesitan educadores con una visión a largo plazo que no todos pueden tener, para eso existen los educadores.
En la ciudadanía hay gente ignorante que quiere aprender y otros que solo quieren hacer valer sus obtusos puntos de vista. En ambos casos hay que ponerse el “impermeable invisible” para protejerse de los insultos vomitados sin vergüenza y de los halagos de compromiso.
Cristina Fernandez actuó como educadora frente a una clase de alumnos. Y la mejor prueba de lo que digo es que sus alumnos, como la respetan porque enseña con el ejemplo, inmediatamente pusieron orden en sus comportamientos. Como una “Seño” que pega un grito en una clase de escuela primaria.
El desafío fundamental de todo aquel que quiera ser dirigente en nuestro país (¡en todos los paises!) es el de saber educar adoptando una actitud distante frente a los resultados obtenidos por los alumnos (funcionarios, políticos, sindicalistas, etc.). Sé por experiencia que si mi alumno siente que su resultado me importa al punto de preocuparme más que a él, es evidente que me va a manipular hasta obtener la nota que busca.
Si se da cuenta que a mi no me interesa particularmente su situación pero que si me necesita para salir adelante lo puedo ayudar, hace lo imposible para solucionar sus problemas.
Cristina Fernandez les dijo a todos, “Si quieren hacer algo interesante pueden contar conmigo, pero las reglas de funcionamiento de la clase las determina la maestra; yo ya pasé todos los examenes mientras que ustedes todavía no tienen ningún diploma”.
Se afirma (en el mundo entero) que los políticos lo único que pretenden es perdurarse en el puesto, Cristina Fernandez rompió con esa imagen perversa del político. Justamente ella que es la única personalidad política que muchos quisieran ver perdurar por muchos años más.
Hace más de dos meses que pienso en esto, desde que comenzaron los actos pidiendo a Cristina Fernandez que sea candidata a presidente, porque creo que ciertos sectores lo hacen por intereses personales y no nacionales.
Su discurso me llenó de placer y tranquilidad.
Seguramente que si ella no es candidata a presidente en las próximas elecciones me dolerá muchísimo, pero al mismo tiempo sentiré una gran alegría por ella, ya que estoy convencido que será un momento de satisfacción personal saber que puede bajarse por decisión serena y educar sin estar allí.
Nestor Kichner nos educa con su muerte, con su entrega hasta el fin, Cristina Fernandez puede educarnos con su ejercicio pleno de la libertad.
Muchas gracias Señora Presidente por tanta educación en tan poco tiempo

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