jueves, marzo 24, 2011

1976-24 de marzo-2011 Apenas 35 años y ya logramos mucho...

Estas fechas conmemorativas nos invitan a mirar nuestro pasado reciente para tratar de comprender la realidad de nuestras vidas.
Quiero retroceder un poco más lejos para poner en contexto lo sucedido con tantos argentinos asesinados por una dictadura sin límites morales.
Sabemos que en el siglo XX hubieron 6 golpes de estado contra gobiernos democráticamente elegidos por el pueblo.
En todos los casos, las cabezas visibles de esos gobiernos ilegales funcionando con total impunidad (y hasta con la complacencia y la aprobación de una gran parte de la población) fueron las fuerzas armadas.
Lo que no se dice -y lo que se calla deliberadamente- es que los ideólogos de esas asonadas asesinas son siempre los mismos sectores de poder que nunca son molestados por la justicia ni por la desaprobación popular.
Los centros históricos del poder económico nacional y extranjero nunca son identificados ni responsabilizados por las muertes ni los desastres, peor aún, son ellos los únicos beneficiados por la inestabilidad y por la muerte y desaparición de los ciudadanos más sanos y solidarios de nuestra sociedad.
Son esos mismos actores los que sacaron provecho sin límite de la destrucción de la organización popular matando, encarcelando y desapareciendo a los argentinos socialmente más comprometidos.
Son ellos los que se enriquecieron al hartazgo destruyendo la industria nacional, apropiándose las tenencias de empresarios acusados gratuitamente de subversivos, precarizando el empleo, impidiendo la organización sindical, enviando sus ganancias al extranjero al mismo tiempo que gritan “Viva la Patria”.
Lograr, como hoy, que asesinos de inocentes se encuentren frente a tribunales es un logro inmenso, es muy fuerte como imagen de madurez ciudadana, política y social porque desarma cualquier argumento que pretenda afirmar que se busca venganza.
En nuestro sistema republicano, encontrarse frente a un juez quiere decir haber cometido un delito. La prueba es que esos mismos asesinos no pudieron llevar a los supuestos “subversivos” frente a la justicia porque nunca hubieran podido condenarlos por falta de delito. Por eso optaron por matarlos, desaparecerlos o encarcelarlos indefinidamente sin acusación legal.
Creo que debemos decir sin sonrojarnos y sin buscar eludir responsabilidades que todos somos un poco responsables de las atrocidades cometidas durante la dictadura. En ciertos casos por silencio, en otros por hastío frente a una inestabilidad creciente, también por ignorancia o por egoísmo.
Es fundamental aceptar esa pequeña porción de responsabilidad para entender que hoy también somos responsables de esta primavera política que vive nuestra nación.
Comprender lo que hicimos mal y felicitarnos de lo que hacemos bien, debe servir de guía para valorar nuestro presente de libertad.
Lo más hermoso de esta conmemoración es constatar que si la podemos hacer en este marco multitudinario y con jóvenes participando en gran número es porque hemos recuperado las condiciones para hacer saber al conjunto de nuestro país que la dictadura es cosa del pasado, que vivir en libertad es un derecho y una obligacion de cada ciudadano, que la angustia, la violencia y la persecucion provocadas por una diferencia de opinión no pueden nunca más formar parte de nuestro cotidiano.
No es suficiente recordar, no alcanza tampoco la búsqueda de la justicia imprescindible, es necesario construir una cultura del respeto, de la convivencia, de la aceptación del otro, de inclusión social y de un futuro a corto, mediano y largo plazo guiado por las instituciones democráticas.
Si no logramos estructurar esta nueva forma de ver nuestro rol en la sociedad no estaremos al abrigo de nuevas veleidades dictatoriales de aquellos grupos de poder económico que por ahora están solo esperando nuestro descuido.
Reconozcamos lo sano y positivo de esta conmemoración de homenaje para llevarlo como imagen constructiva de lo que se debe evitar para ser feliz y vivir en paz.
Tengamos presente a todas estas víctimas innocentes por no haber cometido delito alguno pero que vivieron plenamente comprometidos con el futuro de cada uno de los argentinos. Recordemos a diario sus compromisos y su entrega absoluta por un patria más justa y más alegre.
Que la seguidilla de presidentes constitucionales que dura ya 28 años, perdure y que los pimpollos de la primavera politica que este gobierno nos permite vivir desde 2003 pueda llevarnos hasta la aparición de las flores de una nueva generación de argentinos plenamente concientes de las trampas a evitar para vivir en paz y ser feliz.